30 de marzo de 2010

[churromode=ON]

Ayer no es que tuve un día de mierda, pero me enojé un poco con el destino, me enojé porque le pasan cosas malas a la gente buena, la gente mala la pasa bárbaro, y yo soy una maricona que no se banca la injusticia (¡¿Y EL KARMA?! ¡¿está trabajando o está de vacaciones?!). Y quería un té, porque un tecito, qué sé yo, me consuela. Soy fan del té. Té helado, té caliente, té de cualquier cosa, dos o tres por día. Así que fui, puse el agua a hervir, puse el saquito (uno de vainilla, para más placer), puse azúcar en la taza, hice el ritual de poner y sacar el saquito hasta teñir el agua bien oscura, lo revolví, y volví a mi pieza. Y cuando tomé el té, qué bronca. Le faltaba azúcar.

LE FALTABA AZÚCAR A MI TÉ, ¿ENTENDÉS?

Me agarró una frustración... no bastaba con volver hasta la cocina y ponerle más azúcar, ahora estaba arruinado, ya me había terminado de cagar la vida. Estoy loca, lo pongo de nick en el MSN. La gente se reía de la frase. Sí, gracioso, pero mi frustración venía de otro lado. Es que no era que me había olvidado, no era que no había encontrado el azúcar, le había puesto, pero faltaba un poco para que mi felicidad fuera completa.

Entonces me cayó la ficha: es que mi vida es como una buena taza de té, con todo lo necesario para que lo sea: servido en una taza grande, a temperatura perfecta, dulce, de rico olorcito. Pero le falta esa PUTA cucharadita de azúcar, un poquito que hace TODA la diferencia.


2 de marzo de 2010

Sólo para ellos...

No sé como, por ahí en un intento de darles consuelo, comprensión y consejos a ELLAS, este blog se volvió un poco… muy… feminista.

Todos creen que soy feminista. Por las cosas que escribo, por los chistes que hago. Seguramente porque nunca han escuchado frases célebres mías como “es una mierda porque lo hizo una mina. ¿Ves? No servimos para nada, tendríamos que quedarnos todas a lavar los platos, puta madre, me cago en la liberación femenina”. Pero bueno, eso no importa. La cuestión es que me considero una persona más machista que feminista. Tengo mucho que criticar de los dos sexos, pero más allá de todos sus defectos, adoro a los hombres.

Y hoy tengo ganas de contarles por qué. ^^

Amo que no necesiten arreglarse de ninguna forma para ser hermosos. Me vuelve loca que sean aún más lindos y adorables cuando recién se despiertan, con los ojos medio chinitos y el pelo revuelto. La barbita de dos días, el huequito que se les hace debajo de los bíceps, la piel siempre cálida, el cuello que me incita a morder… los brazos en los que parecemos encajar a medida y lo bien que les queda una guitarra.

Me fascina la facilidad con la que se duerman en cualquier lado y posición, que nada les dé demasiada vergüenza, la tranquilidad con la que viven todo el tiempo, la forma de dejarse llevar siempre sin pensar en nada, disfrutando...

Me encanta cómo encuentran maneras de entretenerse con cualquier cosa; un vaso, un bollito de papel, un pedazo de plástico. Todo lo convierten en un juguete, una herramienta, un instrumento. Me sorprende la cantidad de creatividad que les surge en un momento de aburrimiento y lo fácil que les resulta tanto reírse como hacer reír. Nunca dejan de ser niños hambrientos de aventuras, travesuras y aprendizaje.

Admiro la facilidad que tienen para resolver los problemas, la simpleza, el poder de decisión, la inteligencia y la atención a las tareas que todos tienen por naturaleza. La confianza y la seguridad que me inspira su sola presencia. La capacidad para encontrar el humor en situaciones de mierda, la actitud positiva y descarada que suelen tener. El talento, la prolijidad, la organización desorganizada.

Quisiera que todas pudiéramos tener la honestidad cruda que tienen cuando hablan con gente de confianza. Me intriga cómo unos se enroscan como mujeres cuando están enamorados, y cómo otros se desentienden tan fácilmente. Y en cualquiera de los dos casos, lo rápido que salen adelante. Admiro la fortaleza de sus amistades… aquellos amigos que tuvieron de chiquitos son los mismos que tienen hoy, diez, quince, treinta años después. Y los aman como son, como si fueran hermanos. Tienen un tipo de amistad que las mujeres nunca, salvo muy pocas, llegamos a conocer.

Aparte de todo y por increíble que resulte en algunos casos, todos, absolutamente todos, tienen un lado que solamente tiene ganas de complacernos, de mimarnos, de regalarnos, de dedicarnos canciones, de abrazarnos, de decirnos cosas cursis de vez en cuando. Pueden llegar a ser las criaturas más tiernas del universo, sí, ganándole a los cachorritos.

Me da ternura cómo compiten entre ustedes a ver quién es mejor, y también los que se quedan calladitos, te miran y vuelven a bajar la mirada. Me causa gracia la forma en que hablan más fuerte, tocan instrumentos imaginarios, se desperezan o dicen cualquier cosa con tal de hacerse notar. Y cuando los notan, lo rápido que se les infla el pecho…

Creo que podría seguir por horas escribiendo miles de detalles que me hacen adorarlos…

Pero creo que todo se resume a una sola cosa:

son mis musos inspiradores.



¿A que ya se les infló el pechito? =)