10 de mayo de 2012

La Espina


La Espina

Me encontraba con mi maestro observando el paisaje del valle.

Un hombre se acercó a una zarza, levantó su mano para tocarla y hubo un “¡Oh!” en su boca y un rubí en su dedo. Había tocado la espina y ésta lo lastimó. El hombre limpió la sangre y, mirando la zarza, dijo:
-“Te perdono”.

Yo admiré y bendije a aquel hombre que tuvo el dulce don del perdón.

Sucedió luego que otro hombre se detuvo cerca de la misma zarza, también levantó la mano para tocarla y la zarza lo lastimó. Este hombre limpió su sangre y se detuvo allí mirando el arbusto con amor, pero no dijo: “Te perdono”.

Yo pensé: “El primer hombre era un santo: él sabía cómo perdonar esto”.

Pero mi maestro me interrumpió:
-Tú eres quien no entiende.
-¿Cómo maestro? El primer hombre es un santo porque cuando fue necesario, perdonó. ¿Y el segundo?

-Él es más santo porque no tuvo que perdonar.

Como yo estaba perplejo y mis ojos mostraban falta de entendimiento, el maestro explicó:


-La espina hiere porque es espina. Aún si lo quisiera, no podría ser capaz de dar fragancia. El primer hombre sintió dolor, y dado que no sabía, pensó que la espina fue culpable y se sintió ofendido, pero como su corazón estaba limpio, él la perdonó. El segundo hombre sintió el dolor, pero sabía que todas las espinas lastiman porque así es su naturaleza. Como no había, pues, razón para perdonar, él no perdonó.

Desde aquel día yo sufro menos cuando los cardos me lastiman. Mis heridas duelen pero como mi alma sabe, no hay ofensa. Para mi no hay nada que perdonar y, en cambio, un piadoso amor fluye hacia la espina que no es una flor, y el dolor se transforma en aprendizaje porque aprendí a comprender en lugar de perdonar.

(Anónimo).

4 comentarios:

Gonzalo dijo...

Muy bueno. Un beso.

Desencantada dijo...

Esta bueno no?

ivanbura dijo...

Muy lindo, no lo conocía.

Dany dijo...

La frase del final resume perfectamente la idea. Un beso!