24 de octubre de 2012

El miedo a estar solos



No, it's not going to stop
'Til you wise up
No, it's not going to stop
So just...give up




Desde mi punto de vista, aunque manifestemos diferentes comportamientos y emociones, todos nosotros (los traumados), partimos de la misma base, del mismo problema de raíz: El Miedo.
La mayoría de nosotros, podríamos ser clasificados dentro de dos categorías de miedos:

1) Miedo a estar solos todo el tiempo.
2) Miedo a estar solos para siempre.

En la primer categoría, estarían aquellas personas que tienen tanto pero tanto miedo de estar solas, que no buscan a la persona ideal, si no a cualquiera que pueda apreciarlas, algo inmediato. Son capaces de mantener relaciones largas, destructivas, degradantes, paralizantes y dependientes. Es la clase de relación donde aunque al principio pueda existir el amor, más tarde, y sin excepción, comienzan los insoportables celos, la inseguridad, la desconfianza, violencia, falta de respeto, desconsideración, e idas y vueltas interminables entre otras cosas que mejor ni decirlas. Lo peor no es tener una relación así, si no varias. El miedo a estar solos aunque sea por un rato,  les lleva a buscar tener una relación atrás de la otra, con personas que son exactamente iguales a ellos mismos, con exactamente los mismos problemas, reptiendo el ciclo una y otra vez, sin saber por qué ni cómo pararlo. Sin saber, ni siquiera, que las cosas pueden ser diferentes.
Qué diferente que serían si se dieran cuenta que es fácil echarle la culpa a los demás, lo difícil es asumir la propia responsabilidad.

En el segundo caso, estarían quienes tienen relaciones cortas que no llegan a nada, o que tienen múltiples parejas sexuales que no les satisfacen completamente, o que quieren tener pareja pero tienen miedo al compromiso, o que simplemente sienten que no encajan con absolutamente nadie. Como ya dije, no importa de qué forma, en qué comportamiento, o en qué tipo de emoción negativa puedas manifestarlo; Si tu deseo es diferente a lo que estás viviendo, entonces hay algún miedo frenándote. Yo creo que en estos casos (y no estoy hablando de alguien que de hecho esté disfrutando plenamente de cualquier situación que elige), existe un miedo a estar solo para siempre. Hay una cierta desesperación por encontrar la persona indicada, porque uno no quiere conformarse con menos de lo que desea, pero a la vez, está la frustración de no encontrarla, y el miedo a no encontrarla nunca, o a encontrarla y no ser correspondido. Ese mismo miedo está impidiendo que el amor pueda ser encontrado y/o correspondido, porque el miedo y el amor no pueden convivir, son las dos caras opuestas de la moneda. El amor es libre, el miedo es esclavo, limitado.
Yo les diría que empiecen a hacerse la idea de rendirse... porque amar es fácil, lo difícil es resistirse.

Pero por suerte, existe una tercera clase de persona,  y creo que es a la que todo miedoso debería apuntar ser: Existen aquellos que simplemente aprendieron de sus experiencias anteriores lo que les gustaba y lo que no. Lo que preferían y lo que no.Y aprendieron a ir a la par de sus deseos, dejándose llevar tranquilamente, viajando livianos, sin cargarse la pesada mochila del pasado. Pasaron por diferentes etapas, en las que fueron descubriendo cada vez más sus preferencias, y encontraron cada vez más su libertad. No tienen miedo a estar solos, ni tienen miedo a estar en pareja. No dependen de nadie más que de ellos mismos, y son capaces de disfrutar de cualquier situación presente, sin preocuparse por el futuro, sabiendo inequívocamente que todo va a ir resolviéndose solo, y mejorándose cada vez más. Tienen una actitud de jugar, de ir con la corriente, no se hacen demasiado problema por nada, y persiguen sus intereses de una forma relajada sin expectativas, lo cual siempre les lleva a tener el éxito asegurado en todo a lo que ponen sus energías. Porque juegan al amor, no al miedo, y por lo tanto pueden ven las cosas como SON y tienen la habilidad de hacerlas concordar con como QUIEREN que sean.

Estas personas perdieron el miedo a estar solas (entre tantos otros miedos), y por consiguiente, lo estén o no lo estén, nunca se SIENTEN solas, porque entendieron que no se puede vivir ni del pasado que ya pasó, ni del futuro que nunca llega, y que además, si se relajan y se abren a las posibilidades, la vida tiene una extraña manera de darles todo lo que desean, casi instantáneamente.





3 de octubre de 2012

Carta al que quiere ver

Permitime tutearte esta vez. Ya no somos tan extraños... no ahora que comprendí que sí me veías. Veías una escencia que aparecía y desaparecía, sin explicación, sin razón, sin lógica. Es que es eso quien yo era, solamente estaba perdida.

Traté de racionalizar mis sentimientos. Intenté controlar, evitar, negar, encasillar, etiquetar y desvalorizar lo que sentía. Quise ocultarme tras mi orgullo, mi egoísmo, mi arrogancia, mi tristeza, mi gigantezco miedo... todo para que no pudieras ver mi inseguridad, mi ansiedad, mi odio a mi misma, mi incapacidad, mis traumas, mi dolor, mi inocencia. Llegué a esconderme por vergüenza y a simular indiferencia. Escapé aterrada por miedo a mi propio miedo, como si fuera posible simplemente dejarlo tras la puerta.

Y no fue fácil enfrentarlo, no fue fácil entender que él y yo, no éramos lo mismo. Tuve que construír paredes de hielo. Tuve que reprimir deseos hasta cansarme de no tener nada que soñar. Tuve que negarme hasta bloquear mi consciencia, mis sentidos, las señales. Tuve que buscar mi valor en otros ideales, tuve que vivir aprisionada, fría, sorda, muda y ciega. Tuve que olvidarme de usar la imaginación, para después poder recordar quién soy. Y la melancolía, el remordimiento, la ira, la decepción. El miedo al eterno malestar, la seguridad de que siempre haría todo mal. Pero pude vencerlo. Derribé esas paredes. Logré aprender a calmar mi demencia, mi insistente equivocación, mis lamentos mentales. Empecé a mirar por debajo, a leer entre líneas, a reconstruír todo a mi favor, a confiar en lo que aprendía...
Me di cuenta que vivía lo que creía.

Quizás me era necesario tener una larga pesadilla, para volver a soñar. ¿Será que el sueño se volvió lúcido o empecé a despertar?. Comienzo a observar, ahora comprendo la totalidad. Mi mente entrenada, mis sentidos afilados, mi atención enfocada, mi miedo aplacado en un rincón, desintegrándose junto a mi dolor.
Y puedo casi oír una voz que me dice a dónde voy, que me llama, que me invita a sentir todo lo posible, que me lleva a ver, a escuchar, a percibir, a relacionar, a entender, a crear caminos, a ver imágenes de una vida que no sabía que podía tener, hasta explotar de alivio.



Ahora sé que no tengo que luchar una batalla entre el corazón y el cerebro, porque aunque uno aparentara ser más fuerte que el otro por un tiempo, aunque yo pensara que la mente era en quien debía confiar y quien debía ganar, terminé aprendiendo que la mente contaminada sólo busca sufrimiento, y el corazón siempre sabe dónde está la felicidad, aún cuando una todavía no pueda entenderlo.

Y ahora que sé lo que sé, te invito a pasar. Esta vez ya no vas a poder dudar... 

Asumí la responsabilidad.


Our hearts speak the same word, the same word.