La gente discute a cada rato por comprobar quién tiene la razón y quien está completamente equivocado (“¡tenías razón!”, una de las frases más jugosas y placenteras para nuestros oídos).
Yo discuto, tengo mis argumentos, te digo mis por qué, mis cómo, mi lista de posibilidades: A, B, C, D. La gente no me cree. La gente intenta convencerme de lo contrario, porque no ven lo que yo veo. No soy vidente, pero cuando mi imaginación se rebela contra mí, sé que lo que imagino no es posible.
Ellos hablan. BLA BLA BLA.
Hasta que las cosas pasan.
La gente me dice entonces, “al final, tenías razón”.
Pero no lo disfruto. Preferiría equivocarme alguna vez, y que lo que ellos me pintan de tantos colores, fuera real. Preferiría que ellos pintaran sin restricciones, tanto en mi vida como en la suya.
Pero la realidad no está tan buena como las fantasías que los demás quieren crearme.
Y es feo, sí. Porque por algo la vida es incierta, si supiéramos todo lo que va a pasar, no habría emoción, ni pasión, ni sueños. Pero a medida que avanza el tiempo, yo sé…a veces ni siquiera necesito analizar la situación, veo muy claramente dónde va a terminar, como si las miles de posibilidades y supuestos giros que nuestras vidas pueden tomar no existieran en realidad. La verdad, es que le acierto como si fuera meteoróloga; claro que hay posibilidades de que me equivoque, pero cuando no hay nubes ni viento, sabes que es casi imposible que llueva.
No es ni por la “ley de atracción”, ni por el optimismo o el pesimismo; tampoco se debe a una visión objetiva de las cosas, porque cuando se trata de uno mismo, inevitablemente se es subjetivo. A los demás es fácil aconsejarlos, todos lo hacemos. Pero cuando queremos resolver un problema personal, la mayoría de las veces necesitamos una palabra ajena. Creo que todos tenemos este sexto sentido, a veces lo usamos (la famosa “corazonada”), pero el 99% del tiempo, no.
Por ahí yo lo tengo muy en cuenta; y eso me termina cagando la vida.
Hoy tengo un pronóstico.
Hoy sé que las fantasías van a quedar en fantasías…
Que está por pasar algo muy importante…
Que los que se fueron no volverán… y que yo no los voy a olvidar...
Que se viene una nueva etapa de aprendizaje, jodida…
Que las palabras se las traga el viento…
Que el pasado no existe…
Y que lo mejor está por venir.
En unos meses cuando relea esto, les diré si fue así o no.
5 comentarios:
¿meses? foooo
¿cuántos? ¡me muero de ansiedad antes!
tenías razón, soy un boludo
Es cierto que hay fantasías que sólo van a quedar en eso pero están buenas porque nos incentivan la imaginación.
Siempre está por pasar algo importante.
Los que se fueron están presentes permanentemente en lo cotidiano, es muy fácil sentirlos cerca si queremos.
Estamos aprendiendo todo el tiempo con cada cosa que nos pasa y que hacemos.
No todas las palabras se esfuman.
Si existe,el tema es no quedarse aferrado a él.
Lo mejor es HOY, SIEMPRE HOY.
Por lo menos así lo veo yo, nueva visitandote y atrevida.
Te espero por mi espacio.
Besos ♥
Como se nota cuando estás inspirada, la verdad que muy lindo lo que me hiciste leer.
Y respecto al futuro, me quedo con la definición de J. Saramago: no existen ni el pasado ni el futuro, solo existen infinitos presentes, algunos ya pasados y otros por venir, pero todos presentes en el sentido de que no los podemos vivir sinó en el preciso instante en que son presentes.
Ahi viene, si. Se siente esa vibra cálida de que lo mejor acaba de tocar el timbre.
Abrazo Dise!
Creo entender a lo que te referís. Lo raro del caso, es que vos publicaste en mi blog y sorpresivamente, este yo lo había leído. Busqué en los post tuyos, y creí haber comentado, pero parece que no. Esta vez me equivoqué... jeje.
Yo no creo que sea sobervia, ni creo que sea objetividad, es que... la gente a veces se vuelve predescible y rutinaria. Aunque existe esta imposibilidad a veces, de hacernos los otarios cuando de uno se trata, y mirar para otro lado, como diciendo: por acá no hay nada que predescir. Un abrazo.
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