1 de octubre de 2011

Sos vos


And the secret door swings behind us~


-Sos vos, ¿no?-


Le dijo ella desde una bruma rosada con aroma a... ¿a qué? a primavera. El olor a flores, a mujer, lo envolvía y repentinamente se sintió... algo exitado y su respiración se estaba haciendo cada vez más profunda. Ella lo observaba con la curiosidad y alegría que tendría un niño que descubre un extraterrestre en su jardín.
-Sos vos... sí, sí, ¡sí! sos vos. ¡Sos vos!-, dijo sonriendo con la boca abierta y apoyando ambas manos sobre sus mejillas, maravillada.

No entendía nada. Quizás el extraterrestre era ella, porque no podía dejar de mirarla, sus ojos oscuros y profundos le daban una sensación de vértigo, como si pudiera caer dentro de ellos, como en un pozo ciego, y perderse por siempre... o encontrarse.


-¿Qué... quién... soy?-, logró articular. Sentía los labios secos y sabía que ella podía mojarlos. Ya podía sentir su lengua, su saliva, su gusto. Cerezas.


-Sos vos... tenes... tenes... ese brillito en los ojos. Y tus brazos, estos brazos...- dijo ella acariciándolos, como si fueran de oro.
El calor de sus manos se extendió por todo su cuerpo y se convirtió en una especie de fiebre en su rostro. "Esto deben sentir las plantas cuando llueve después de una larga sequía", pensó incoherentemente.
-Y tus labios. Y tu pelo. Tu olor. Tus cejas. Tu voz. Vos... es exacto lo que... Lo supe desde que te vi. ¡No, ni siquiera desde que te vi! Te sentí... te sentí cerca... sentí tu presencia tantas veces, y no podía verte. Pero al fin te reconocí. Estoy segura que sos vos-, dijo ella, tomando sus manos. Parecía imposible concentrarse para hablar, para emitir sonidos, para expresar lo que estaba sintiendo.

-Yo... v-vos, ¿vos quien sos?- preguntó él. Sus caricias en las palmas de las manos le hacían cosquillas que subían por sus brazos hasta su espalda dándole deliciosos escalofríos.


-Soy yo...-, dijo ella inclinando la cabeza. Su cabello largo rozó su mejilla mientras acercaba su cara, sus labios, la fuente de donde tanto deseaba beber.
Abrió la boca como para decir algo, pero en cambio no dijo nada.

Entonces se despertó. Sudoroso, con una fuerte erección, una amplia sonrisa dibujada, un bello mareo, y un leve recuerdo de un perfume. No podía recordar exactamente qué había soñado, aunque evidentemente había sido con una mujer. Se le vino a la cabeza que alguna vez había leído que todas las personas con las que soñamos, son personas que alguna vez conocimos. Pero no tuvo demasiado tiempo para pensar en ello porque
ya se le hacía tarde para ir al trabajo. Se duchó todavía medio dormido, se vistió y emprendió su día como cualquier otro día. Sin embargo sentía que había olvidado algo importante, y no sabía qué. "¿Será que dejé el gas abierto? ¿Me olvidé algún cumpleaños? ¿Qué día es?", pensaba mientras iba a comprar el almuerzo a la rotisería de la vuelta del laburo, como siempre. Iba mirando el piso con las manos en los bolsillos por el frío y casi se los choca, por enésima vez. La vecina de al lado de la rotisería acababa de salir a pasear al perro, y el bicho tenía la manía de cruzarse en su camino. Levantó la vista y miró a su dueña, quien le dedicó una sonrisa como pidiendo disculpas, y siguió su camino.
Fue un segundo, pero todas las sensaciones que había tenido esa mañana, volvieron. De repente se sintió agitado y mareado. El corazón empezó a palpitarle fuertemente. Ese olor... sus dientes... sin saber por qué, se dio media vuelta y la buscó desesperadamente. Solo se había alejado unos pocos metros. Se había sentado en un banco bajo un cerezo. Nunca hacía lo que en realidad quería hacer. Normalmente hubiera intentado reprimir esas sensaciones y seguir con sus tareas. Pero esta vez sus piernas caminaron por inercia hasta ella. Se acercó tímidamente. No sabía qué iba a decir, pero algo tenía que decir. Cuando se arrepintió ya estaba demasiado cerca y ella había levantado la vista para mirarlo. Entonces él se sentó al lado suyo, sintiendo una extraña sensación de magnetismo y alegría... sonrió maravillado observando cómo ella hacía lo mismo, sentía lo mismo, y sin pensarlo, se escuchó decirle dos palabras:

-Sos vos...



Otras historias:

Noche de viernes
La chiquita

Miedo a Soledad
Miedo a Soledad II

8 comentarios:

ivanbura dijo...

Hermoso!!! Me encantó!!!

Esos encuentros inesperados, son algo mágicos. Y tener esa sensación de que esa persona es especial es algo muy loco, raro, pero hermoso.

Un beso!

Hugo dijo...

Usted escribe muy lindo.

Sépalo.

Desencantada dijo...

Gracias Ivan y Hugo, siempre ahi firmes como rulos de estatua ♥

Jorge Alejandro Favre Niveyro dijo...

muy buena descripcion. te envidio! salta en una pata!
Abrazo!

Chloefuera dijo...

Ternura, espero encontrarme un novio asi jaja

Desencantada dijo...

Jorge: por que envidiaa??

Chloefuera: es medio utópico, pero por qué no?

:)

CC dijo...

Mientras lo leía estaba esperando todo el tiempo el mazazo que lo devolviera a la realidad. Qué bueno que no fue así. Genial relato.

Noe dijo...

me encanto! muy bueno!