Pensar que otras veces una ni SABE no sólo de la existencia del agua, sino de la pileta entera, por más grande y obvia que parezca para los demás. A veces qué sé yo, no le prestás atención a si tiene una pileta o no el chabón, porque te chupa un huevo si podés o no nadarle ahí. De hecho una puede vivir entre tantas piletas medio llenas que si se diera cuenta, podría caer prácticamente en cualquier lado y flotar tranquilamente.
Pasa que ahora no es como antes. Ahora no es que la pileta está con un poquito de agua, a la mitad, rebalsando, o si encima tiene de esos angelitos culones que tiran agua por el pitito en el medio. Ahora las piletas están habitadas por aguas danzantes invisibles, parece que te quieren pelotudear, porque por un momento están formando olas a lo tsunami, y al otro, la pileta está más seca que chochi de vieja frígida.
Peor que tirarse a una pileta que está seca y llena de hojas que ni se juntaron en todo el otoño/invierno, no hay. Y por eso en estos tiempos todos vivimos arriba del trampolín.
Como si no hubiera escaleras, ¿no? Porque tiene sentido que si hay una pileta, hay agua y hay trampolín, también está la opción de usar la escalera tanto para ir metiéndote de a poquito e ir tanteando la cosa, como para salir cuando o bien estás ahogándote, o te la diste contra el fondo y necesitás ir a curarte el chichón. Pero no sé, a la gente le da paja, porque todos quieren estar en el agua YA, divirtiéndose con el flota-flota. Nadie tiene la paciencia para tomarse el tiempo de bajar la escalerita cuando tienen tanto calor, si pueden hacerlo de una.
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Pero pasamos tanto tiempo pensando en cómo entrar, que nos quedamos con las ganas de agitar el flota-flota. ¡Vivimos en el trampolín, SEÑORES! ¡EN EL PUTO TRAMPOLÍN! ¡Estamos tan cómodos ahí que hasta hacemos campamento y cantamos canciones pedorras alrededor de la fogata, para poder vigilar las mareas! ¡Por si nos decidimos! ¡Por si juntas huevos, porque hay muchos queriendo tirarse de ese trampolín y te están empujando para pasar!
Si no pasas, si te quedás ahí, corrés peligro, man. No podés estar indeciso en el trampolín. Dicen que las guachas de las aguas danzantes éstas, si las mirás demasiado te hipnotizan y te hechan un gualicho que se llama enamoramiento. Por eso la mayoría cierra los ojos y salta, les importa un pito si hay agua o no. "Al carajo, no voy a perder tiempo en ésta, hay muchas piletas, quiero usar el flota-flota YA".
Pero de vez en cuando te quedás esperando en alguna pileta, y de vez en cuando no es tan fácil cerrar los ojos y "que pase lo que pase". De vez en cuando tenés ganas de bajar por la escalerita, pero lo reprimís porque tenés miedo a resbalarte, o a no encontrar nada al bajarla excepto una gran decepción, que es peor que un simple porrazo.
¿Será que los porrazos y las decepciones que vivimos, en vez de hacernos más fuertes y valientes, nos hicieron creer que nunca más encontraremos dónde nadar?
Qué miserables que somos, entonces.