30 de julio de 2013

Puedo decirte por qué la gente se vuelve loca

No tengo inspiración.

Los días pasan lentos, confusos. La única diferencia que encuentro entre los sueños y la tan llamada "realidad", es que la "realidad" es recurrente. Pareciera tener una continuidad, ser lineal, pero no. Todavía no estoy en control, y aunque puedo ver destellos de alguien que no recuerdo haber sido, pero que sigue llamándome incesantemente hacia ella, no le creo. ¿Quién sos? ¿Por qué me llamas? ¿Por qué creés que puedo ser vos?

Está lejos y a la vez cerca; existe ahí como el sol, pero mis noches son largas ahora que los días me queman. ¿Qué me separa de ella? Cosas tan simples y tan complicadas a la vez, pasos tan pequeños que podrían cambiar las cosas tan drásticamente... ¡Si pudiera imitarlos, si pudiera actuar, aprender sus manejos! ¿Quién no caería a mis pies, incluyéndome? ¿Qué podría frenarme? Esos momentos en que me permite sentir a través de su conocimiento son los momentos por los que todavía vivo, volviéndome loca por saber que son ciertos. A veces me posee y canto, sueño, vuelo... pero así como viene, se va... no soporto perderla.

La vida sigue y sigue, y los mismos desafíos de siempre se disfrazan de cosas nuevas, engañándome. Cada vez que pienso que algo terminó, simplemente estaba rodeándome y volviendo por detrás, sigiloso, desapercibido, diferente. El mundo es una gran calesita que gira todos los días, en cada uno de ellos busco agarrar la sortija, acostumbrada a la desilusión de no poder ni siquiera verla la mayoría de las veces, recordando tiempos en que era tan fácil, o reprochándome momentos en que podría haberla tenido si al menos lo hubiera intentado. Siempre fui de esas que por miedo a no lograrlo, prefería guardarse el intento... esperando, esperando que la próxima oportunidad fuera mejor, que estuviera servida, que cayera en mi regazo. Mirando con resentimiento a quienes se atrevían, porque yo pocas veces me atreví lo suficiente. Y ese odio, esa envidia... porque ella no tiene mis problemas. Ella baila y se ama como es, ella asume lo que es. No espera que nadie la valide ni la ame, porque estar incompleta es lo que la llena.

Sé que estoy cerca, sé que tengo la llave, sé que si salgo puedo encontrarla... pero no logro destapar la cerradura. ¿O tal vez esté equivocada? Me siento un león enjaulado, un par de pies dentro de zapatos muy apretados. Un estornudo reprimido, un orgasmo frustrado, una pesadilla en la que grito y no sale mi voz. Estoy viajando en un largo y estrecho laberinto de espejos junto a otros millones de payasos, en vuelos y arrastres espiralados que -al menos en apariencia- no conducen a ningún lado en donde quiera estar.

La pregunta no es cuándo ni dónde ni cómo ni para qué ni por qué. La respuesta no está compuesta por palabras. Los finales son comienzos también, y la seguridad no puede encontrarse en lo externo.Cualquier cosa que yo crea verdad, así lo será. Es probable que lo que creo ser verdad, es que antes de poder agarrar la sortija, necesito aprender a hacer el intento. De nuevo, de nuevo, de nuevo... y de nuevo. Hasta que no importe el resultado, hasta que en vez de frustrarme, me divierta el intento.


And I can tell you why people go insane
I can show you how you could do the same


5 de julio de 2013

Escribir

Estoy posponiendo todo porque me agarró algo así como una necesidad imperiosa de escribir un montón, porque llegué a un dolor en el alma tan horrendo que tenía que vaciarla de alguna forma para que no se me vaya del cuerpo. Nada es más importante en este momento que estar escribiendo, porque cuando escribo se para el mundo, y no existe el tiempo, y no importa lo que pasó o no pasó, mucho menos lo que va o no va a pasar, porque lo importante es depurar todo, la limpieza, las cosas que tienen que salir porque adentro hacen peor. Una vez que escribo, raramente releo, y cuando lo hago, siento haberme movido a otro lugar. Como si cada vez que escribiera desde un lugar de verdadera inspiración de un impulso irrefrenable, construyera un escalón llevándome más alto, en una escalera en forma de espiral que en cada ciclo tiene la misma vista, desde más arriba, cada vez más lejos. Me convierto en lo que observo una y otra vez, me convierto en un monstruo que los recrea a todos en mí y en mi mundo, y aunque no me lo crea, a quienes estoy observando es a mí misma, a lo que quiero y no quiero ser, y después a lo que soy.

Y tengo que aprender a amar eso, todo lo que soy, y todo lo que no soy.