29 de diciembre de 2009

Sintonía II










La noche está quieta

Huelo la tierra mojada

Veo el infinito azul con manchas plateadas

Brisa fría de verano en las mejillas, y de repente...

Escucho el silencio

Ni un grillo

Silencio…anticipación

Te siento

Si gritara muy fuerte con mi corazón, me escucharías

Te siento

Estás pensando en mí

Se me eriza la piel

Tus brazos invisibles me rodean

Me emociono

Estás ahí

“Te amo”, le cuento a una estrella

Me embriago del momento, contengo la respiración, cierro los ojos…

Magia, una estrella fugaz, un deseo…y la esperanza

Mi deseo toma forma

Me carcome la ansiedad

Pero esperar tu llegada es hermoso

El momento previo hace que todo cobre vida

Ansío el reencuentro,

Sé que estás ahí…

15 de diciembre de 2009

Comportamiento básico de una mujer desenamorada

Fase 1: Desencantada

Está desencantada pero no se siente nada mal. Ha sufrido, ha llorado, ha pataleado, pero al fin está en paz. Se da cuenta que sola está mejor, le gusta estar con ella misma, nadie más. Ahora hace lo que quiere cuando quiere, cada pequeño paso que da es su propia elección, y está consciente de ello. Llega al éxtasis de no necesitar de nada ni nadie para ser feliz. Ya no piensa tanto en el futuro, se siente despierta, atenta, bastante optimista. Está encantada del desencanto.

Fase 2: Desmotivada

El encanto del desencanto dura poco tiempo, porque necesita llenar el agujero que dejaron el amor y el drástico cambio que hizo en su vida. Necesita una pasión, algo en qué pensar, y en qué poner todas sus energías. ¿Quizás una carrera nueva? ¿Un curso? ¿Aprender a tocar un instrumento? Nada de amores nuevos, no. Solamente algo en qué enfocarse, eso es lo que necesita. Emprende actividades en la búsqueda de cumplir sus sueños. El desencanto la termina aburriendo.

Fase 3: Desilusionada

Está ocupada. Ya no tiene ni tiempo para estar consigo misma, su persona favorita. El cansancio la obliga a dormir. Fue un día largo, hizo demasiadas cosas para su gusto. El 95% de las cosas que hizo no la entusiasmaron, ni la llenaron, a pesar de que mientras las hacía una vocecita en su cabeza -que se iba apagando como si se le acabaran las pilas- le repetía que nadie la obligaba a estar ahí, que esto había sido su propia elección. Se da cuenta que ocupar su tiempo no significa ocupar su mente, y que la pasión surge sola, no se la puede forzar a venir cuando uno quiere. El desencanto la preocupa.

Fase 4: Desesperanzada

Larga todo a la mierda. Si no hay pasión, que no haya nada. Si la pasión no se puede buscar, hay que esperarla. Pero ¡tarda tanto, la muy hija de puta! ¿Cuándo se dignará en volver? ¿Volverá? No, se fue. Esta vez se fue, no hay forma de que regrese. Ni haciendo el baile de la lluvia, ni revisando la gigantezca lista de pasiones que los demás tienen en busca de su propia identidad (¿cómo les pueden apasionar semejantes boludeces?) ¡Andate a cagar, pasión forra! No te necesito, viviré así, en la nada. El desencanto la estanca.

Fase 5: Des-desencanto

Llega tan lenta, tan indetectable, que no la percibe. La pasión se instala de nuevo en un rinconcito, tímidamente. Le cuesta prestarle atención, algo cambió, pero no sabe bien qué. La resignación se va, vuelve a soñar. Está inspirada. Las ideas son eternas, las posibilidades son infinitas.Confía en su destino, en la ley del karma, huele el cambio en el aire. Esto es algo que vivió antes, como aquel instante en que empiezan a brotar las hojas de los árboles y el aire de las primeras flores perfuma sutilmente las calles de la ciudad… como cada vez que le sucede, siente el renacimiento acercándose lentamente. ¿Es un sueño? No importa, se deja llevar… El desencanto se enamora del encanto. Y ella también.

23 de noviembre de 2009

Hay una luz que nunca se apaga

La gente discute a cada rato por comprobar quién tiene la razón y quien está completamente equivocado (“¡tenías razón!”, una de las frases más jugosas y placenteras para nuestros oídos).

Yo discuto, tengo mis argumentos, te digo mis por qué, mis cómo, mi lista de posibilidades: A, B, C, D. La gente no me cree. La gente intenta convencerme de lo contrario, porque no ven lo que yo veo. No soy vidente, pero cuando mi imaginación se rebela contra mí, sé que lo que imagino no es posible.
Ellos hablan. BLA BLA BLA.
Hasta que las cosas pasan.
La gente me dice entonces, “al final, tenías razón”.
Pero no lo disfruto. Preferiría equivocarme alguna vez, y que lo que ellos me pintan de tantos colores, fuera real. Preferiría que ellos pintaran sin restricciones, tanto en mi vida como en la suya.
Pero la realidad no está tan buena como las fantasías que los demás quieren crearme.

Y es feo, sí. Porque por algo la vida es incierta, si supiéramos todo lo que va a pasar, no habría emoción, ni pasión, ni sueños. Pero a medida que avanza el tiempo, yo sé…a veces ni siquiera necesito analizar la situación, veo muy claramente dónde va a terminar, como si las miles de posibilidades y supuestos giros que nuestras vidas pueden tomar no existieran en realidad. La verdad, es que le acierto como si fuera meteoróloga; claro que hay posibilidades de que me equivoque, pero cuando no hay nubes ni viento, sabes que es casi imposible que llueva.

No es ni por la “ley de atracción”, ni por el optimismo o el pesimismo; tampoco se debe a una visión objetiva de las cosas, porque cuando se trata de uno mismo, inevitablemente se es subjetivo. A los demás es fácil aconsejarlos, todos lo hacemos. Pero cuando queremos resolver un problema personal, la mayoría de las veces necesitamos una palabra ajena. Creo que todos tenemos este sexto sentido, a veces lo usamos (la famosa “corazonada”), pero el 99% del tiempo, no.
Por ahí yo lo tengo muy en cuenta; y eso me termina cagando la vida.

Hoy tengo un pronóstico.

Hoy sé que las fantasías van a quedar en fantasías…
Que está por pasar algo muy importante…
Que los que se fueron no volverán… y que yo no los voy a olvidar...
Que se viene una nueva etapa de aprendizaje, jodida…
Que las palabras se las traga el viento…
Que el pasado no existe…
Y que lo mejor está por venir.

En unos meses cuando relea esto, les diré si fue así o no.

17 de noviembre de 2009

La mujer que da miedo

Vengo a hacer mi catarsis, ya que nadie me da las respuestas que necesito. ¿Podrán ustedes?

No es la primera vez que me dicen que soy intimidante, que doy miedo o algo por el estilo. A mí me suena a excusa barata, ¿qué quieren que les diga? Me suena más a “soy un cobarde”, “no me animo”, o “tengo miedo” ( y obviamente el cobarde no se hace responsable de la culpa)...

Soy una mina que…no sé, no me sé describir. Creo ser simpática, intento ser lo más amable posible con la gente que acabo de conocer. No creo que sea solamente por agradarles, sino porque me sale ser así, me gusta que me traten bien, por lo tanto así trato a los demás. Soy políticamente correcta, ni más ni menos. Si el otro me da pie, soy confianzuda, pero sólo si veo buena onda de su parte. Si veo incomodidad, que se cierra, o que le caigo mal, me distancio yo solita. Tengo una forma de ser rara, por ahí. Un sentido del humor medio zarpado, soy payasa, y bastante expresiva. No lo oculto cuando estoy con un humor de mierda y quiero estar sola, así como tampoco tengo miedo de expresar el cariño que puedo llegar a sentir por alguien. Una puteada o un abrazo significa que ya estás en mi círculo de amigos y/o posibles amigos.

La gente que me conoce superficialmente piensa que soy super extrovertida; será que soy buena actriz si me lo propongo. La verdad es que soy tan tímida que puedo llegar a paralizarme con tal de no pasar vergüenza: Yo también le tengo miedo al rechazo. No lo soporto, por eso prefiero quedarme sin hacer nada.

¿Cómo puede ser que lo que reflejo sea tan distinto de lo que soy? ¿Cómo puedo dar miedo cuando en realidad estoy aterrorizada por dentro?

Y no me vengan con la estupides de:
1. “Las mujeres atractivas dan miedo, porque es seguro que si te tirás a la pileta te rebotan”, BULLSHIT. No sé si entro en esa categoría, eso es lo que me dicen…que se lo guarden para modelos, yo seré medio rara en mi forma de ser, pero soy una mina común y corriente, nada del otro mundo. ¿Acaso tienen una enciclopedia en la que buscan para saber si tenés cara de fácil, difícil, loca, ortiva, mala? ¿Qué culpa tengo de ser como soy?

2. "A los tipos les gustan las mujeres que los tratan mal"; si son buena onda, las prefieren de amigas. Vaaamos…todos sabemos que los hombres les tienen ganas a sus amigas en un alto porcentaje...¿Entonces? ¿En qué quedamos?

3." A los hombres les intimidan las mujeres inteligentes". Si vamos al caso, no me considero dentro de este grupo, no soy Belén Francese, pero tampoco la pavada. De hecho me rompe las pelotas -y lo digo así burdamente, de onda- la gente demasiado inteligente y/o culta. Me aburren y me dan asco, por arrogantes.

De todo esto, la única conclusión que saco es que tendría que ser lo más normal posible, ajustándome a lo que son las demás mujeres en mi sociedad (juntarme solamente con nenas, ir a platea alta en vez de a campo, no hacer chistes, no putear, teñirme de rubio, comprarme un pony, usar stilettos, ir a la moda, ser aburrida, etc)...todo para no intimidar.

¿Eso quieren?
Minga. MINGA. Mueran de miedo entonces, manga de cobardes. ¡BUUUUUUU!

15 de noviembre de 2009

El desplazamiento del deseo

Siempre pensé que el deseo provenía de una atracción o especie de química que siento con muy pocas personas, como si fuera algo único propio de ellas. Pero, ¿Y si el “deseo” fuera una especie de ente siniestro que se va mudando de cuerpo en cuerpo según se le dé la gana a sus perversas intenciones?
Me lo imagino como un personaje maligno, tendría que ser el villano de la película. Sí, no podría nunca ser el bueno si tomamos en cuenta lo desconsiderado que es con todo el que se cruce entre él y su objetivo. Disfruta silenciosamente deleitándose con las fantasías de lo que podría hacer si logra manipularnos… aún sabiendo las consecuencias que traería.

Cuando me niego rotundamente a ser hipnotizada por él mientras se posa sobre algún cuerpo, se muda… sigiloso… travieso.
Después de un tiempo pienso ingenuamente que desapareció; tal vez se cansó de insistir, o necesitaba unas vacaciones. Pero en algún momento vuelvo a reconocerlo… ¡Ahí está! Se metió en otro cuerpo. Ahora me tiene anonadada, lo vi y no puedo salir de su hechizo. Como la serpiente encantada por el sonido flauta, me olvido, me dejo llevar... él me mira sonriendo, como desafiándome a quitar la mirada, sabiendo muy bien lo débil que soy ante sus encantos. Basta con no reconocerlo para caer en su trampa de nuevo.

Lo que daría por captarlo in fraganti durante su desplazamiento, don Deseo. Lo que daría por ver su rostro verdadero para poder preguntarle qué piensa hacer luego, y pedirle amablemente que me deje elegir su próxima morada. Si pudiera agarrarlo y meterlo en la cucha cuando quiere hacer una de sus travesuras, creo que usted y yo ya no tendríamos tantos problemas.