24 de abril de 2012

Etiquetas

Los niños pequeños hablan del futuro con total seguridad y paciencia.

Los adolescentes, con pasión y ansiedad.

Los adultos hablamos del futuro con incertidumbre, impaciencia, resignación y miedo.


No sé si es tanto por las experiencias vividas o acumuladas, porque cuando éramos chiquititos y aprendíamos a caminar, aprendíamos a aprender, sabíamos que una caída no era el fin del mundo...
También creo que cuando éramos adolescentes y seguíamos aprendiendo, sabíamos que el resto del mundo estaba equivocado, y que sí podíamos vivir la vida que queríamos. Y que teníamos tiempo para probarles que teníamos razón.
Y cuando empezamos a ser adultos, de repente nos encontramos comportándonos y y diciendo las cosas que siempre decían los adultos. Y nos hicieron creer que ser adulto significaba tener la edad en que uno comprende todo lo que tiene que comprender, y ya no cambia más de lo que pudo cambiar, y ya no sueña como antes, porque no tiene tiempo, el adulto no tiene tiempo para esas cosas. Solamente tiene tiempo para hacer cosas de adulto, actuar como adulto, quejarse como adulto, resignarse como adulto, pensar que de más chico decía que "eso nunca le iba a pasar" y le pasó...

Por el sólo hecho de habernos dividido por edades y etapas, y conceptos de lo que cada una debería ser, fue, es y siempre debe ser,
¿No creen que nos cagaron la vida?

2 comentarios:

Gonzalo dijo...

Nos cagaron la vida pero mayoritariamente sin querer. Ellos también tuvieron la vida cagada. El problema es llamar a la vida cagada vida.

Igual no es irreversible.

Un beso.

Desencantada dijo...

Si, tenes razon, ellos tambien tienen la vida cagada, pero se piensan que son mejores, y eso es lo que me saca.