3 de octubre de 2012

Carta al que quiere ver

Permitime tutearte esta vez. Ya no somos tan extraños... no ahora que comprendí que sí me veías. Veías una escencia que aparecía y desaparecía, sin explicación, sin razón, sin lógica. Es que es eso quien yo era, solamente estaba perdida.

Traté de racionalizar mis sentimientos. Intenté controlar, evitar, negar, encasillar, etiquetar y desvalorizar lo que sentía. Quise ocultarme tras mi orgullo, mi egoísmo, mi arrogancia, mi tristeza, mi gigantezco miedo... todo para que no pudieras ver mi inseguridad, mi ansiedad, mi odio a mi misma, mi incapacidad, mis traumas, mi dolor, mi inocencia. Llegué a esconderme por vergüenza y a simular indiferencia. Escapé aterrada por miedo a mi propio miedo, como si fuera posible simplemente dejarlo tras la puerta.

Y no fue fácil enfrentarlo, no fue fácil entender que él y yo, no éramos lo mismo. Tuve que construír paredes de hielo. Tuve que reprimir deseos hasta cansarme de no tener nada que soñar. Tuve que negarme hasta bloquear mi consciencia, mis sentidos, las señales. Tuve que buscar mi valor en otros ideales, tuve que vivir aprisionada, fría, sorda, muda y ciega. Tuve que olvidarme de usar la imaginación, para después poder recordar quién soy. Y la melancolía, el remordimiento, la ira, la decepción. El miedo al eterno malestar, la seguridad de que siempre haría todo mal. Pero pude vencerlo. Derribé esas paredes. Logré aprender a calmar mi demencia, mi insistente equivocación, mis lamentos mentales. Empecé a mirar por debajo, a leer entre líneas, a reconstruír todo a mi favor, a confiar en lo que aprendía...
Me di cuenta que vivía lo que creía.

Quizás me era necesario tener una larga pesadilla, para volver a soñar. ¿Será que el sueño se volvió lúcido o empecé a despertar?. Comienzo a observar, ahora comprendo la totalidad. Mi mente entrenada, mis sentidos afilados, mi atención enfocada, mi miedo aplacado en un rincón, desintegrándose junto a mi dolor.
Y puedo casi oír una voz que me dice a dónde voy, que me llama, que me invita a sentir todo lo posible, que me lleva a ver, a escuchar, a percibir, a relacionar, a entender, a crear caminos, a ver imágenes de una vida que no sabía que podía tener, hasta explotar de alivio.



Ahora sé que no tengo que luchar una batalla entre el corazón y el cerebro, porque aunque uno aparentara ser más fuerte que el otro por un tiempo, aunque yo pensara que la mente era en quien debía confiar y quien debía ganar, terminé aprendiendo que la mente contaminada sólo busca sufrimiento, y el corazón siempre sabe dónde está la felicidad, aún cuando una todavía no pueda entenderlo.

Y ahora que sé lo que sé, te invito a pasar. Esta vez ya no vas a poder dudar... 

Asumí la responsabilidad.


Our hearts speak the same word, the same word.





3 comentarios:

marisol dijo...

"Creo que hay una cierta cualidad de 'delirio' que todas las personas exitosas tienen que tener"

Vi éste video de Will y no pude evitar acordarme de éste blog :)

http://www.youtube.com/watch?v=kFlNx8gREpE

Desencantada dijo...

Me encanto el video, y si, Will tiene la posta :O

Dostowiesky Ugel dijo...

Uaooo lo que dices me llegó bastante dentro comenzaré a leer tu blog, siento que me gusta y que hallaré respuestas, nada es casualidad...